Conociendo quienes son los actores principales que regulan la electricidad que llegan a nuestras viviendas, que explicábamos en el artículo anterior llamado ¿Quién hay detrás de mi enchufe? Escrito para la federación de asociaciones vecinales de Murcia y que fue publicado en su revista de este trimestre por parte de Francisco Espín; podemos ya a analizar cómo se compone nuestro recibo y como se distribuye lo que pagamos.
En un recibo eléctrico ‘limpio’ se pagan 5 conceptos: 2 fijos -el alquiler del contador y la potencia contratada– y tres variables: la energía utilizada, el impuesto de electricidad y el IVA. Empleo entrecomillado el adjetivo “limpio”, pues existen otros complementos varios solo aplicables en el mercado libre que pueden tener contratado determinados servicios sucumbido por suntuosos beneficios que nunca va a necesitar arrastrado por “agresivos” comerciales que nos importunan siempre en las horas menos apropiadas.
El primer Término “FIJO”, el TERMINO DE POTENCIA es la potencia máxima que podemos utilizar a la vez; es decir, simultáneamente. Lo que los abuelos llamaban “la fuerza”. Con mucha potencia contratada, podemos hacer funcionar varios electrodomésticos de gran potencia al mismo tiempo, y con poca, al hacerlo, “salta el automático” y ahora el contador. Hasta ahí nada nuevo, solo que debemos de intentar ajustar el uso que hacemos de esta “fuerza” e intentar optimizarla pues pagamos un valor regulado por la administración que se fija anualmente por cada kW de potencia que contratamos.
Un segundo término “VARIABLE”, que corresponde a los kWh consumidos en el periodo de facturación, y cuyo precio por la energía consumida dependerá para los pequeños consumidores de menos de 10 kW que hayamos elegido acogernos a la tarifa regulada a través de la tarifa PVPC (Precio voluntario del pequeño consumidor), tarifa que solo podemos contratar por las llamadas comercializadoras de último recurso, las 5 del oligopolio y donde los consumidores pagamos por nuestro consumo horario a lo largo del día el precio resultante en el mercado eléctrico, es decir cambia cada día y a cada hora, tarifa pues sujeta a las fluctuaciones diarias del mercado eléctrico y por tanto, sujetas a la volatilidad del mercado (3).
La otra alternativa que tenemos, es contratar es en el libre mercado a unos precios fijos, de duración normalmente anual que si bien puede ofrecernos más estabilidad y quizás más seguridad nos exige de una constante atención y continua revisión de las condiciones de la tarifa contratada, y sobre todo a las revisiones de precio. Al principio, cuando cambiamos de comercializadora, es habitual que se nos ofrezcan buenas oportunidades de ahorro, pero finalmente se corre el riesgo de acabar pagando mucho más sobre todo cuando aparecen estos otros conceptos o añadidos, como servicios de Reparaciones, Protección de Pagos, y un largo etc. que habitualmente no necesitamos.
Estos precios, bien en PVPC o regulado no son finalmente el resultante total del precio de mi kWh, el precio de la energía final que pagamos comienza a construirse sobre el coste resultante del aprovisionamiento de energía eléctrica en el mercado mayorista diario Eléctrico (precio marginal del sistema), pero que posteriormente se adicionan el resto de costes correspondientes a las variables de mercados energéticos más los márgenes que apliquen las comercializadoras. Estos costes adicionales corresponden a aquellos servicios necesarios para asegurar las condiciones de calidad, fiabilidad y seguridad el suministro de electricidad, como son los pagos por las pérdidas del sistema eléctrico, los pagos por capacidad, pago para incentivar la inversión en centrales que están paradas pero preparadas para funcionar cuando el sistema eléctrico lo necesite, o las “tasas de suelo” como el comúnmente denominado “el derecho de palometa”, impuesto que se paga a los municipios el cual supone el 1,5 % del total del consumo eléctrico que existe en el municipio, entre otros.
En definitiva, el precio mayorista de electricidad influido por “la tormenta perfecta” de nuestra amiga Filomena y que el 8 de enero de 2021 alcanzó un precio medio de casi 95 €/MWh (0,095 c€/kWh) frente a la media mínima anual del 2020 situada por debajo de los 35 €/MWh (0,035 c€/kWh), afectará a ese 30-40 % del total del precio de nuestro kWh, y únicamente durante la hora y día que se produjo esos precios, sin olvidar que solo aplicable a aquellos que tuvieran contratada la tarifa PVPC. De continuar estos precios durante todo lo largo del mes de enero, que con alta probabilidad no se producirá, la factura de un consumidor con 4,6 kW de potencia contratada y 3.500 kWh/año de consumo rondaría los 75 €, 20 € más que la factura media de 2020.
Aun así, puede parecer que esa volatilidad en el precio mayorista pueda suponer una desventaja frente las tarifas de precio fijo, pero no es siempre así, pues la experiencia demuestra que estas tarifas incorporan habitualmente unos altísimos márgenes adicionales a los de las variables sobre todo en determinadas comercializadoras. Para ello, y no muchas veces con ciertas artimañas, nos venden servicios que probablemente en la mayoría de los casos no necesitamos o bien atractivos descuentos, pero sobre precios previamente inflados o incluso temporales, por lo que a la larga puede salirle más cara.
Siguiendo el análisis de nuestra factura, a los términos anteriores, potencia y energía, se le aplica el impuesto eléctrico, el 5,1127 % vigente desde la ley 28/2014, destacar que hay ciertas actividades como riegos agrícolas que están exentos. Tras el impuesto eléctrico nos encontramos con el Alquiler del contador, el cual se abona siempre que el contador no se tenga en propiedad, que es casi nunca para los domésticos y cuyo precio está regulado para los equipos de Baja Tensión con menos de 15kW de potencia. Por último, se aplica el IVA directamente sobre el impuesto eléctrico. No deja de resultar curioso que paguemos un impuesto de valor añadido sobre un bien o servicio, aplicado realmente sobre otro impuesto como es el eléctrico.
En resumen, el importe total de la factura (insisto, de una factura ‘limpia’) es el resultado de sumar los conceptos de potencia contratada más energía consumida (precio mayorista, margen más restos de costes del sistema), alquiler de contador, un 5,11% de impuesto de electricidad y un 21% de IVA.
Llegado a este punto, ya sabemos quienes son los actores principales que regulan la electricidad Generación, Transporte, Distribución y Comercialización y como está compuesta nuestra factura; vemos que después de muchos impuestos, existe un precio mayorista sobre el que se forman el resto de conceptos e impuestos.
En el siguiente y último articulo, hablaremos de cómo funciona el mercado marginalista del que venimos hablando, el cual consiste en una subasta marginalista. Esta influye en los precios, y en la volatilidad e impredecibilidad en la factura de los consumidores finales. Sabiendo ya todo esto, resultará más fácil entender lo que pasó este mes de enero.
El transporte, responsabilidad de Red Eléctrica de España, cuyo accionariado me gustaría destacar que está compuesto por un 20% de titularidad pública a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) y un 80% restante que es de cotización libre en bolsa y por otro lado las distribuidoras, que conforman lo que comúnmente se conoce como “ el oligopolio”, formado por 5 compañías las tres primeras que dominan aproximadamente el 90 % del mercado; Iberdrola Distribución (ahora I-De), Endesa (la última eléctrica pública española), que en la actualidad es propiedad en un 70%, de la eléctrica italiana Enel –cuyo principal accionista es a su vez el Estado italiano–, estando el resto en manos de inversores y accionistas privados, y finalmente Gas natural Fenosa (Naturgy). Las otras dos principales distribuidoras son EDP HC Energía y Viesgo electricidad.
No sería justo pasar por alto a “los pequeños distribuidores”. Como ejemplo nombrarles el caso de la Sinarquense S.L.U., un pequeño pueblo de 1.150 habitantes de la comarca de Utiel y Requena que cuenta con su propia distribuidora. Es decir, los habitantes de este pueblo son los dueños de su propia distribuidora, o bien Enercoop, fundada en el año 1925 como Cooperativa eléctrica Benéfica de San Francisco de Asís, con el objeto de de distribuir la energía eléctrica en su municipio. Llevó el nombre de Benéfica pues quienes la crearon, jóvenes industriales de la zona, querían tener como objeto que los beneficios redundaran en beneficios sociales. Es curioso como modelos cooperativistas han conseguido permanecer en el tiempo, y en mi opinión, nos marcan sin duda el camino a seguir, al menos en las dos actividades no reguladas, la generación y la comercialización.
En la actividad de comercialización son muchas las surgidas los últimos años, por citar algunas que seguro les sonarán; Holaluz, Factor Energía, Audax energia y resaltar las nuevas comercializadoras de modelo cooperativista como la catalana “Som Energia”, la madrileña “La corriente”, la gallega “Nosa Enerxia” y por supuesto la murciana, “La solar Energía cooperativa”
Consultor y miembro del consejo rector de la cooperativa comercializadora “La solar Energía cooperativa”, formador en materia de energía y en especial autoconsumo, imparte varios cursos de formación en estas materias para el Consejo General de la Ingeniería técnica Industrial de España, colegios profesionales de ingeniería técnica (Madrid, Guadalajara y Murcia), así como asociaciones de instaladores, como la Federación de empresarios de instaladores de la provincia de Alicante, FEMPA , entre otras